lunes, abril 06, 2015

Segundo viaje


Años atrás, dejé de hacer públicos los textos que escribía para ordenar mis pintorescas opiniones. De aquel cúmulo de entradas y sus oportunos comentarios por otros pescadores de los revueltos mares de la vieja Internet queda registro en las estanterías de la piecita del fondo: véase a la derecha de la pantalla el listado de "Singladuras anteriores". Me propongo escribir con una frecuencia no mayor que una entrada mensual y una extensión compasiva con los acaso lectores. Hay que hacerse cargo de la desmesura propia del tipo que redactaba ladrillos en ‘Intrépidos navegadores...’ y, cesura mediante, suplantarlo siguiendo el consejo del Flaco, que en el ínterin se nos fue de gira: «Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor: ¡mañana es mejor!...»  Lo dijo en una canción de 9' 16''. Considerando semejante ejemplo, tomen como de quien viene la promesa de publicar escritos más cortos. Apenas será la intención. Cada vez que zarpe este navío, veremos si el asunto amerita invertir muchas o pocas letras en él. Cosas que ocurren cuando alguien, harto de guardar silencio, decide suplantarse a sí mismo.

El sábado 26 de febrero de 2005 inicié un primer derrotero cibernauta perpetrando el prólogo que reproduzco a continuación. Vale también para esta segunda travesía del descubrimiento de otra nueva piel, otra nueva tierra y otra nueva vida:

Preliminar

Ignoro qué utilidad o valor llegará a tener este blog para quien lo esté leyendo. Para mí es apenas la ocasión de almacenar escritos. Algunos de esos textos nacieron del diálogo con algunos amigos y mayoría de desconocidos acaso inamistosos. Otros fueron surgiendo de la reflexión o el impulso creativo del solitario. Una tercera especie ha tenido su origen, simplemente, en la corrección obsesiva de viejos textos de los tiempos en que dentro de este mismo envase biológico uno era otra persona y en consecuencia veneraba otros dioses y se cuidaba de distintos demonios.

Aquí comienza, pues, esta aventura que sabrán disculpar, bajo la advocación de los dioses y demonios de la lejana infancia. Nuestra memoria suele ser injusta con quienes se han ido o se alejaron. Todos navegan conmigo.

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Antes de continuar esta primera singladura, una cita de Gustav Meyrink, que viene al caso:

«Han pasado muchos años. Me he obligado a seguir, lo mejor que he podido, los consejos que Obereit me dio. Pero el aguardar y la esperanza no quieren abandonar mi blando corazón, soy demasiado débil como para arrancar la mala hierba.»
["Johann Hermann Obereit Besuch bei der Zeitengeln" - ('Johann Hermann Obereit visita el País de los Devoradores del Tiempo', traducción de M. E. Vázquez)]
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NOTA DEL 19/11/2015: Desde el 6 de abril, en que generé esta entrada, han pasado unos cuantos meses. Según parece, no era tan sencillo como imaginé volver a redactar y publicar. Finalmente, no lo hice.