domingo, febrero 14, 2016

Sujetos y objetos no orientables, viajando en una superficie reglada

[«Curvas en este tiempo que nunca podré entender./ Esto parece fácil, la sangre vino de ayer./ Aguas con mucho aceite, ciudades de alquitrán/ para ser un hombre más. / Gente que habla mucho, reparte por ahí/ vieja sabiduría que nunca podrá vivir./  Pálidos de cultura, cerveza van a tomar/ para ser un hombre más...» ("Para ser un hombre más", Javier Martínez, 1968 --> https://www.youtube.com/watch?v=kSTjSKERL48)]

[«El sentido último al que remiten todos los relatos tiene dos caras: la continuidad de la vida, la inevitabilidad de la muerte» (Ítalo Calvino, 'Si una noche de invierno un viajero…', Octaedro, México – Buenos Aires, 2003, traducción de Esther Benítez, pág.233)]


Sigue el titular de esta bitácora sin demasiada inspiración literaria. Mata el tiempo libre con lecturas de libros y revistas en pdf, ahora que comprar de segunda mano está demasiado caro, y,  aun poniendo empeño en conocer  la imaginación o la ciencia ajenas puestas por escrito,  no consigue recrear el entusiasmo por exponer la reelaboración propia de esos otros mundos.

Continúa el Universo o Realidad obstinado en mantenerse en una de esas largas curvas espaciotemporales, mezcla de cinta de Moebius con el tren fantasma, ahora que hemos recordado en unos pocos días lo que debemos a Einstein, Escher, Spinetta y Omar Cerasuolo. No sabemos si lo espantoso es suponer que vamos camino de reiniciar el paseo por este juego atormentado y tormentoso en la cámara de horrores de la Historia, o estar esperanzado en que antes de dejar de existir veremos cómo el vector en que vamos montados llega a una estación menos inmersa en sabores rancios, olores pútridos y superficies mohosas.

No es relevante el punto de vista. Ni el nuestro ni el de nadie. El punto de vista no crea un panorama. Lo que importa es aprehender conceptos, solo o acompañado de nuestros congéneres. Y siempre y cuando no transformemos cada descubrimiento en explicación para todo. Con modestos aprendizajes parciales alcanza para hacer, dignamente, camino.

En este elástico ciberespacio, quede el acaso lector en buena compañía por vía audiovisual. No será el original de La Pesada de 1972, Año del Bicampeonato, pero esta versión noventosa es lo más parecido que pude conseguir: Medina, Pinchevsky y la Samovar Big Band proclaman que tienen que destruir (el original creo recordar decía ‘derretir’) “La maldita máquina de matar”...