"Un caballero de la calle Caracas resolvió negociar su alma. Siguiendo los ritos alcanzó a convocar a Astaroth, miembro de la nobleza infernal.
- Deseo vender mi alma al diablo- declaró.
- No será posible -contestó Astaroth.
- ¿Por qué?
- Porque usted es el diablo."
[Alejandro Dolina, 'Crónicas del Ángel Gris', cap. Veintidós: "Pactos diabólicos en Flores", Montevideo, Ed. De la Urraca, 1988, pág. 125]
Pueden encontrarse en autores como Swedenborg, Papini, Bierce, Lugones, Hesse y otros, narradas directa o indirectamente, situaciones similares a la de la cita precedente. En efecto, no pocas veces nos desayunamos, con el feliz deterioro ocasionado a nuestras Augustas Personas por el mero transcurso del tiempo y el (creemos que buen) uso de nuestras facultades mentales, de quiénes somos realmente nosotros y quiénes resultan ser los demás, por conocidos que éstos fueren.
Es que a cierta edad uno cree haber aprendido a no considerar a nadie por más de lo que ha demostrado valer; no pocas veces hay desagradables sorpresas con nuestros semejantes: el dinero, el poder, la ambición, hasta el mero ejercicio del egoísmo, desenmascaran a muchos que no es que le hayan vendido el alma al Diablo sino que SON prolijamente el Diablo. Y lo peor es que ni ellos se dan cuenta, ni los que les han puesto afecto y esperanza han querido verlo hasta constatarlo a sus expensas.
Sucede con políticos, amigos de la infancia, familiares directos, socios, amores y admirados deportistas, artistas o intelectuales. Por eso, pasados los treinta y cinco, uno empieza a descubrirse teniendo -a su pesar- muchos ex amigos, ex ídolos, ex familiares, y así. Al menos, eso ocurre en mi caso ;-).
La palabra escrita, por ejemplo, en estos tiempos modernísimos empleada como vector en cartas, foros, blogs, grupos de debate cultural, intercambio cibernauta de videos y MP3 y demás yerbas, sirve a quienes tienen aptitudes para expresarse certeramente como instrumento para terminar de descubrir quiénes son y para comprender quiénes resultan ser otras personas que se han retratado cabalmente por sus propias palabras y preferencias. Asunto ya tratado en esta misma bitácora en este viejo post.
Ha de ser la vejeztud, imagino, lo que en los últimos años me ha llevado de lamentar los repentinos cambios de conducta en determinados seres humanos a comprender que el salame que no sabía ver lo obvio en ellos, es decir la sinuosidad de sus conductas y su natural desmesura, era yo. Así las cosas, se me ocurrió tiempo atrás, mientras dejaba un comentario en otra bitácora, que esto del descubrimiento de la verdadera esencia moral de las personas y de la toma de conciencia individual es algo tan complejo como el ordenamiento de las bibliotecas personales; eso de poner y sacar 'otros mundos' de nuestra estantería de coleccionistas que los han encajado en la caprichosa cuadrícula de nuestra propia óptica acerca del Universo.
Comprendí entonces cuánto tiene que ver el uso que demos a ese ordenamiento personal con el haber llegado a comprender que nadie puede caminar en los zapatos de otro, ni a mirar con otros ojos que los propios, por mucho que psicólogos, sociólogos, 'politólogos' y últimamente hasta supuestos expertos en ciencias exactas y naturales (que deberían repasar sus fundamentos epistemológicos antes de abrir la boca) se esfuercen por demostrarnos contra viento y marea que el oficio de zahorí sigue siendo tan válido y sagrado hoy como en los lejanos tiempos de Asurbanipal III, Darío el Grande, Alejandro de Macedonia o Moctezuma II. A veces uno, que no simpatiza mucho con ellos, lamenta que tipos como Arouet-Voltaire o Swift se hayan muerto. Al menos, nos harían pasar buenos ratos despanzurrando los egos y delirios irracionalistas de algunos 'científicos'.
La razón ha sido hecha para servir a los fines de la vida y -como explicara Goya al retratar mutantes- su sueño produce monstruos, de dos maneras complementarias: a) dejando el lugar del control a los impulsos primitivos más egoístas del ser humano y b) fantaseando al grado de imaginar ser ella misma un absoluto abstracto independiente de lo real, apartándose de su función, cayendo en el delirio subjetivista y meramente lúdico en vez de clasificar objetos para poder tomar decisiones aproximadamente realistas. La hipertrofia de la inteligencia es a veces peor que la simple y sana ignorancia, que al fin y al cabo se supera instruyéndose. El problema se da cuando señores muy pero muy inteligentes, hasta con grados y posgrados universitarios, que debieran estar convenientemente aleccionados por la experiencia histórica colectiva acerca de los concretos riesgos de la paja mental, empiezan a usar la razón siempre en abstracto y a apartarse de la realidad, no conformándose con vivir ellos mismos un ensueño sino pretendiendo además ejercer de matones espirituales para que afirmemos estar viendo los imaginarios enanitos verdes que su ego les hace creer reales. A medida que nos hacemos viejos empezamos a descubrir con preocupación conductas por el estilo en personas que creíamos 'normales'.
¿Qué es la normalidad? ¿Qué es el orden? Dicen los que juran saber de Física cuántica (los que dicen que saben, no yo, y si me mintieron ya habrá una o dos personas que comparecerán indignadas a hacérmelo notar) que la naturaleza del cosmos es azarosa, entendiendo por 'azar' a la imposibilidad de calcular a ciencia cierta y mientras estamos en movimiento cuándo será posible que un objeto que probablemente debe estar allí llegue efectivamente a encontarse en esa determinada posición. O sea, que el cosmos consistiría en un simpático caos que nosotros ordenamos según la necesidad del momento. Y de paso entendemos por qué en nuestra adolescencia los profes de matemáticas contaban que en geometrías helenas como la perpetrada por el compañerito Euclides el movimiento no era considerado, y los geómetras de aquellos tiempos necesitaban imaginar un 'momento' congelado en el tiempo para poder desplegar su teórica mecánica del movimiento a la manera de los fotogramas del cine, o cosa así.
Alzo la vista, miro la desconcertante distribución de mis libros - que conviene suponer análoga a la de mis pensamientos - y hago memoria del título borgiano "La lotería en Babilonia" (relato cuyo argumento parece el de un partido de fútbol o el de una epopeya política). Me permito opinar que si nuestros semejantes pudieron engañarnos y engañarse, entonces no estaban más lejos de las verdaderas virtudes que las personas dotadas de mayor sinceridad: sólo los ha separado de ellas una toma de decisión. Y no puedo entonces sino concluir que si proporcionalmente una parte del cosmos es análoga al todo, entonces los sabios de la Grecia clásica (y los chinos, recuérdese que todo Yin contiene al menos una mínima porción de Yan, y viceversa) tendrían razón.
En esta otra entrada ya me dio por enlazar este cuento del viejo Ray Bradbury, a propósito de eso del "efecto mariposa"...
¿Quod erat demostrandum?
(En el Día de la Patria de 2006, a falta de cosa mejor que hacer, dejo estas paranoicas palabras al viento ;-) )
[Vano amontonamiento de palabras en el polvo cósmico del infinito]
jueves, mayo 25, 2006
Del Caos, el Cosmos, el sueño de la razón y las personas que son, sin saberlo, el Diablo.
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10 comentarios:
Me ha gustado lo que decía tu M., tu forista (post 27.2.05). Yo también pensaba que era un gran hipertexto lo que escribíamos por aquellos años en los foros... era un película de palabras, de textos, de micro-mundos que se enlazaban o se interaccionaban. Todo muy mental. No consistía en “demostrar” sino en contar para leer y recontar, para escuchar-leer y volver a contar, para proyectar una historia hecha por todos….
Puestos a decir –y supongo y espero que saben extrapolar temas- en el libro EL HOMBRE que se enamoró DE LA LUNA de Tom Spanbauer -mi última lectura- encontré un fragmento que casi es como una declaración de la forma de entender la vida y las relaciones sea cuál sea (*) La interacción ciber supone aún un handicap… estamos justo aprendiendo su abecedario.
No sé, pero las decepciones o las mascaras no son patrimonio del ciber. En el asfalto, en tierra firme, con todos los sentidos interaccionando, también y quizás nos encontramos con estas situaciones.
Evidentemente que la estructura ciber tiene más que cualquier otro medio el efecto espejo, y esto, posiblemente, contribuye a vernos, conocernos mejor… pero siempre porque tenemos, estamos ya en este proceso-actitud-voluntad analítica e introspectiva de nosotros mismos.
(*) Tom Spanbauer, EL HOMBRE que se enamoró DE LA LUNA
<< (…) una sola palabra: verdad.
Lo primero que aprendí por mí mismo (…..) mi primera auténtica verdad fue ésta: follar era igual que todo lo demás; lo que pensabas que hacías no era lo que estabas haciendo. Pensabas que estabas mamando y penetrando y besando, aguantando y eyaculando. Pero lo que en realidad hacías era contar una historia.
Antes que nada, de todos modos, necesitas saber que tienes una historia. Luego tienes que contarla. Saber cómo contar bien tu historia es importante, pero el secreto para follar bien es lo bien que sepas escuchar. Follar sólo sale bien cuando las dos historias empiezan a ser la misma historia -la historia de la trayectoria sexual humana-, cuando los dos cuerpos dejan de ser dos cuerpos pasan a ser una única y gran laceración, un único corazón latiendo.
La mayoría de los hombres, la mayoría de los pobres hombres, cuentan siempre la vieja historia de erecciones y eyaculaciones, y siempre son el que la mete a fondo. La mayoría de las mujeres, la mayoría de las pobres mujeres, cuentan esta historia -que en realidad poco tiene de historia: tú habla que yo escucho, avísame cuando hayas terminado. Siempre acaban siendo aquellas a quienes se la meten a fondo. Pero cuando follas las cosas no son así. Follar bien implica permutarse, luchar, intercambiar relatos y contar mentiras hasta acceder a la verdad.
(…)
Al poco rato, sin embargo, las cosas eran distintas. Al poco rato todo cambió. Empecé a escuchar. Tenía que ver con sus ojos verdes, con su piel, con la suavidad de su tacto; Dellwood Barker me contaba una historia que nunca había oído contar con tanta verdad. Él en mis brazos hacia lo desconocido.
Fue entonces cuando empecé. Le dije lo que había necesitado decir durante toda mi vida. Dellwood Barker fue la primera persona a la que mi cuerpo le contó su auténtica historia. Dellwood Barker, la primera persona que hubo en mi vida para escuchar. >>
Cada tanto, uno se sorprende con los ocasionales comentaristas: la auténtica glass, nada menos. Otros ciberconocidos sé que me han leído pero no llegaron a meter la cuchara en el blog.
La forista en cuestión se caracterizaba por su lucidez y bondad. Pero... Lo concreto es que puntualmente tenía razón, en esa y muchas otras cuestiones. Si no fumara porros, bebiera como un cosaco ni sostuviera la superstición de ‘ir a lo seguro’, hasta me hubiera casado con ella y todo (yo soy de esos tomadores de agua mineral y fóbicos al tabaco, y dotado de un natural talento para alejar el dinero de mis arcas: prefiero morir lúcido, con mi higado original y los bolsillos livianos; ojalá consiga lo primero y lo segundo y fracase rotundamente en lo tercero ;-)).
Ahora, yendo a los bifes: la voz ‘extrapolar’ me recuerda a un profe del secundario, un ingeniero civil que era al único de matemáticas al que se le entendía todo lo que explicaba, cosa de agradecer en un bachillerato en Ciencias. Y concretamente lo del tal Spanbauer (mucho gusto, don) me viene a dejar en claro de dónde cierto caballer@ que no conocés sacó el nick con que efectuaba ciertas conventilleras ('cotilleras') andanzas cibernautas. Algunos de mis comentaristas habituales (especialmente alguna persona que justamtente está convencida de que la gente es en la red tal y como en la vida cotidiana ‘de carne y hueso’, y que sólo hay que aprender a mirar el espejo como cuadra a este medio, claro) leerán en tu comentario el nombre de ese personaje de la novela de Spanbauer y se santiguarán como si hubieran topado con el Lobizón. Independientemente de eso, un sabio este Spanbauer (o su traductor, si es que lo han ‘mejorado’ al vertirlo al cagaste llano). Un poco ordinariazo, eso sí. Pero igualmente, me apena que, en vez de recomendarme a fulanos como este edificante señor que me venís a presentar, me hayan hecho ensartar con el tonto de John Kennedy Toole, cuya “A Confederacy of Dunces” –no hay conjura ni necios, sino confederación de zonzos- ha sido traicionada imperdonablemente por el gallego a sueldo de Anagrama que vertió la famosa narración a la fabla de Castilla, o es directamente una cosa insoportable, si el referido traidor ha sido fiel a su víctima yanqui, en cuyo caso admiro 'su ocupación continua y virtuosa' (©Miguel de Cervantes, allá por 1os inicios del siglo XVII). Cuando tenía una asesora en literatura gringa en los términos propuestos por Mr. Spanbauer, eso no me ocurría. Grrr.
Olvidábaseme de decir: salut i força al canut
Para escribir aquí tuve que decirme más de una vez: el espacio “intrépidos navegadores del tiempo” aunque sea un blog será para mí un foro…
Coletear con otro post puede suponer “seguir”… y por esto estrello más. Con máscara o no, soy auténtica…, por supuesto. Mi propensión a somatizar me lleva a asegurar que no habrá casamiento, no por exceso sino más bien por el “y todo”… ( )
Bueno, el tal Spanbauer le leí prestado. Hablaba con amigo sobre la ficción… le comenté que me había comprado la reedición Y EL ASNO VIO AL ÁNGEL de Nick Cave –ya que también lo leí prestado hace ya más de 10 años- para releerlo en vacaciones (con tiempos largos), pues es una de las novelas que más me han impactado… cuando él me sugirió a Spanbauer. Deben tener algo en común... (ahora no viene al caso mas) pero sigo pensando que ese asno que vio al ángel me parece una novela extraordinaria y sorprendente (y más cuando Nick Cave no es escritor).
De todas formas no sabía que la doble personalidades, las máscaras del ciber diesen tanto de sí, aunque admito que, seguramente, no es la cita mejor puesta. Pero, no sé, si una cosa lleva a la otra y ésta a la de más allá… o una de dos, no podré decir palabra o se convertirá en un espacio para santiguarse. No sé, quieres espantarme o es una provocación?. Soy inocente
Y, definitivamente, coletear la despedida podría dañar la sensibilidad…
Bueno: leer de prestado tiene el sabor de la economía que se hace. Si uno piensa que el pajarón de Toole me costó $15 (algo así como tres euros con noventa) en una librería de usados, y ahora sabemos por qué el dueño lo largó, y por qué el librero lo vendía tan barato, leer un ejemplar ajeno de cualquier obra más entretenida vendría a ser como una compensación a los sufrimientos que tantas veces nos genera el mercado literario.
Los comentaristas de esta bitácora han ido obrando como foristas; la mayoría somos cibernautas "en retirada" que creímos ingenuamente con Milady M. que se estaba compartiendo un hipertexto. No contábamos ni con la astucia de los Monosabios Omniscientes ni con que a la mayoría de los tales foros se los cargase deliberadamente el propio Administrador (ahora, tras presenciar cuatro veces lo mismo, estoy seguro).
En cuanto a los 'multinicks', son un legítimo recurso más para elegirse máscaras, y hay dos tipos básicos: a) el creativo-ingenioso, un tipo que pone énfasis en el travieso texto provocativo anónimo "a completar por la víctima", y que bien puede ser usado para contestarse a sí mismo en su propio hilo recién iniciado e instar una participación de reales terceros en el hilo, y b) el Ciberidiota, que es un pajarón que te anuncia, para mejor destacar que nadie la tiene màs larga y gruesa que él y que él no piensa regresar al frenopático, tonterías tales como "soy una reencarnación del nick habitual 'X'" (como si 'X' fuera realmente su nombre y el honor le fuera en ello)... Los del segundo tipo olvidan que el diálogo es, esencialmente, una tentación y un juego: la seriedad se la ponemos cuando hay contra quién.
Nick Cave es nombre que me suena, acaso de algún músico que, oído, me resultó totalmente indiferente, uno de esos engendros anglosajones para consumo de nosotros los de las razas inferiores de la periferia de Albión, pero no sé si estaré confundido de yoni. Ello no obstante, muchísimas veces, y en literatura pasa a menudo, uno es mucho más eficiente para desempeñarse en aquello de que es aficionado que en su menester profesional....
Supongo que las personas aludidas no se asustarán de don Barker, ys eguirán viniendo por aquí ;-).
Hasta pronto
En vez de hipertexto dejo una línea:
"Nos replegamos a los renglones rectilíneos".
Cuando leo a los mal llamados "presocráticos" intuyo (sic) que perdí mi capacidad eleática (y elástica).
Tendré que leer de nuevo todo cuando me encuentre aparentemente más despierto.
Salud, cama rada
Ya lo dijo Parménides, en el 'Peri Phýseos' creo: «el Ente es, el No-Ente no es». Profundo como sepulturero borracho el eleático. Yo he perdido la capacidad eleática desde que con el transcurso del tiempo descubrí, Aristófanes mediante, que el Sócrates histórico acaso también fuera un sofista.
Cuando despierte, le leemos lo que fuere.
Gero arte.
Le voy a dar, meterse con los quanta y con la teoría del caos, hereje!
Sí, te estás equivocando nomás de yoni. El que no te gustó era Nikki Sudden, este que dice glass es otro tipo.
Va siendo época casi invernal, ideal para tomar lemoncello :P
le-mon-ce-llo
queremos lemoncello!
Ya le dije hace unos meses que el vaso de limoncello (li-mon-ce-llo) cotiza a $3,50 más IVA en el mercado libre de bebidas espirituosas. Ahora, por mudarse, además tiene como mínimo $1,60 de colectivo, ida y vuelta.
Sí, me lo confundí a Cave con Sudden (un artista 'fundamental' e 'imperdible'... que al final, tras creer uno que pasó veinte años desconociendo lo crucial para la cultura pop de occidente, resulta que no es más ni menos que ciertos rockeros de por acá).
Feliz resurrección, y mande saludos ahí.
Sócrates era un sofista y Aristófanes uno de los suyos... ¡quitándole el rancio abolengo aristocrático y un par de obras de teatro memorables!
(Fíjese que me decidía leer algo de Aristófanes después de acabar un artículo de Indro Montanelli -¡otro que bailaba igual!- sobre nuestro generalísimo; era para reafirmar mi rareza)
Agur!
Cilindro Montanelli. Así se llamaba, tengo entendido, el 'amigo' de Berlusconi, cronista de la revuelta húngara de 1956, porque le tocó la desgracia de nacer hijo de un matemático aficionado (un matemático loco, como un psicólogo loco, es una posibilidad concreta, calculada en nueve de cada diez estrellas lo son), que es lo peor que te puede ocurrir después de hijo de anarquista, si tu viejo es italiano; fieles a su norma de bautizar a sus hijos como por mano del enemigo, los peninsulares han llenado el mundo de Libertos, Descansos Dominicales, Germinales, Ástores Pantaleones -como mi paisano marplatense Piazzolla-, Ferruccios, Ezios, Genaros y demás (Gianluca Pagliuca, Filippo Inzaghi, Jorge Valdano agarrámela con la mano, etcetera). Tengo de esos en la familia: ácratas y liberales piamonteses y napolitanos, llegados aquí en el siglo XIX. Si a eso le sumamos los pintorescos topónimos donde suelen llegar al mundo de los vivos (a un tatarabuelo le tocó Vattipaglia Sotto il Monte), debemos concluir que se resignan a nacer en cualquier sitio, que la República Argentina sería un sitio más feliz sin la deplorable fundación del pestilente Boca Juniors (aunque siempre pierde con San Lorenzo, así que solemos tener seis puntos seguros cada año), y que la biografía de hombres ilustres de Italia y toponimia de la península siempre remiten a las comedias de Aristófanes, que se haría pasar por griego dada la xenofobia imperante pero seguro había nacido en Cinecittá. La Eneida no puede mentir, e si non é vero, ben trovatto, ha dicho algún eximio poeta tano del Renacimiento.
Arrivederlo, Edoardino :-) Buona fortuna! :P
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