miércoles, julio 16, 2008

A mediados de año, el invierno.

"...El arte es todo lo opuesto a las ideas generales: sólo describe lo individual y no desea más que lo único. No clasifica: desclasifica. Por mucho que ello nos preocupe, nuestras ideas generales pueden ser similares a las vigentes en el planeta Marte, y tres líneas que se cortan forman un triángulo en todos los puntos del universo. Pero observad una hoja de árbol, con sus caprichosas nervaduras, sus tonalidades que la sombra y el sol varían, la tumefacción levantada por una gran gota de lluvia, la picadura que ha dejado un insecto, la huella argentada del pequeño caracol, el primer tinte de oro mortal que marca el otoño, y buscad una hoja exactamente igual en los bosques más grandes de la Tierra toda: os desafío a que lo hagáis..."
[Marcel Schwob; "Vidas imaginarias"; traducción de Hugo Acevedo, Editorial Brújula, Buenos Aires, 1967; Prólogo, pág. 9-10.]


Yo podría volver de entre los muertos, y no para vivir la misma vida. Podría, por ejemplo, contemplar la luz del mediodía con la mirada del niño que fui hace más de treinta años: los ojos perdidos en detalles como el de esa nube mansa que lleva a lomos algún sueño. Aspiraría con narices vírgenes unos aromas tranquilizadoramente conocidos y me serían revelados otros, inquietantemente novedosos. Saldría a caminar en las tardes, sí, aprovechando la hora de la siesta y desafiando el sol alto, pero sobre todo preferiría hacerlo durante las noches, para detenerme a aprovechar el fresco en cada una de nuestras plazas. En ambos casos, con luz diurna o a ciegas, presentiría con placer los misterios del alta mar desde la medialuna que describe la carcomida costa. Sería capaz de imaginar la novelesca carrera de algún sinvergüenza huyendo de la ira de las personas de bien: ¡allí lo veo, deshaciéndose de sus perseguidores al lanzarse al Océano, quitando por última vez el pie de las arenas, cerca de la Usina, e iniciando, en este año olímpico, un enérgico e incesante pataleo rumbo al Mar de los Sargazos! Sonreiría, divertido con la ridícula escena. Descubriría, al ir recorriendo los lugares de siempre, que mis amigos y compañeros (tripulación inscripta en libros de rol caducos) pueden ya no ser los mismos que los tuyos. Y sin embargo, otra vez, como era entonces, hacia el fin de la deshabitada avenida en sombras se vería parpadear, a lo lejos, un paisaje que tenía olvidado. Tal vez mi suerte sea la de quien puede andar soñando que atraviesa indemne muchedumbres de incomprensibles espectros, y hacerlo como pasajero a bordo de una nube que un desconocido Dios pilotea. Quizás mi destino poco o nada se distinga del que habrá tocado a los otros, y ni siquiera mis palabras, que intentan pretenciosamente combinarse de un modo inconfundible, propio de su usuario, tengan en realidad ese 'toque' particular.

"To Laughter"
by Percy Bysshe Shelley (1792-1822)

Thy friends were never mine thou heartless friend:
Silence and solitude and calm and storm,
Hope, before whose veiled shrine all spirits bend
In worship, and the rainbow vested form
Of conscience, that within thy hollow heart
Can find no throne - the love of such great powers
Which has requited mine in many hours
Of loneliness, thou ne'er hast felt; depart!
Thou canst not bear the moon's great eye, thou fearest
A fair child clothed in smiles - aught that is high
Or good or beautiful. - Thy voice is dearest
To those who mock at Truth and Innocency;
I, now alone, weep without shame to see
How many broken hearts lie bare to thee.

["The Poems of Shelley", edición de G. M. Matthews y Kelvin Everest; London, Longman, 1989; página 520.]


[Traición al marido de la "Chica Frankenstein" (disculpen los expertos lingüistas, pero lo mío es el inglés de la costa atlántica bonaerense):
«Tus amigos nunca fueron los míos, amigo sin corazón:
El silencio y la soledad y la calma y la tormenta,
la esperanza, a cuyo velado santuario todos los espíritus se recogen
reverentes, y el arco iris debidamente configurado
de conciencia, que dentro de tu corazón hueco
no puede encontrar trono - el amor con sus grandes poderes
que ha compensado al mío en tantas horas
de soledad, tú nunca lo has sentido; ¡vete!
No soportas el ojo poderoso de la Luna, le temes
a un bello niño vestido de sonrisas - ninguna cosa grande
o buena o hermosa. - Tu voz es querida
por quienes hacen mofa de la verdad y la inocencia;
y, en soledad ahora, lloro sin vergüenza al ver
cuántos corazones rotos yacen desnudos ante ti.»]

2 comentarios:

el flaquito dijo...

bellisimo e impecable texto...de verdad me gusto muchisimo...creo que lo volvere a leer y luego te dejo un comentario; por el momento solo queria agradecer el regreso de sus letras.

Un abrazo

Alfredo dijo...

Lo que es bellísimo es el soneto de Shelley. Lástima que el tipo le pusiera un término entre guiones que hace difícil entender cabalmente lo que está diciendo. Me pareció muy apropiado para la nostalgia de la claridad mental en tiempos confusos, y salió lo que salió, una pequeña y pretenciosa pieza de prosa melancólica.

Otro abrazo.