domingo, febrero 27, 2005

Qué hacemos y quiénes somos en el ciberespacio

Una cosa que jamás termino de entender de los foros es por qué resultan tan visitados por gente que periódicamente vaticina su decadencia o muerte, o ve en la participación propia y ajena apenas un campeonato de egos.

Intuyo desde mis deplorables facultades intelectuales, casi nulas, por cierto, que para quienes quieren malgastar su tiempo en vivir proyectando una imagen o jugar al erudito o al gracioso de colegio secundario, o ejerciendo de poderoso o de psicólogo en pantuflas, sólo tendrá valor un foro o cualquier grupo humano en la medida que crean que dicho colectivo gira a su alrededor.

Me explicaré mejor: somos como un sueño -decía Borges citando a otros que fueron como sueños- y quizás también vayamos por esta vida esforzándonos por hacer el ridículo más y mejor. Para preservarnos de semejante riesgo, nada mejor que usar máscaras, que amortiguan el impacto de la objetividad sobre el castigado ego. Un foro es una especie de corso o 'Sambódromo', un sitio público lleno de gentes vestidas con máscaras de carnaval, que no otra cosa son los nicks. Máscaras que son coberturas extravagantes, a veces únicas, otras veces varias y alternativas, de tímidos, bufones, pérfidos o acaso sabios. No pocas veces todos en el mismo sujeto, pero alternando sus apariciones según el estado de ánimo o las ganas de perjudicar al prójimo.

Nada mejor que elegir uno mismo sus propias máscaras, pues al caer la última quedamos expuestos en nuestra verdadera apariencia a la vista de todos. Quiero decir, tarde o temprano uno debe poner la cara, y nada mejor que elegir cuál de las prestigiosas o patéticas caretas que usamos preferimos que se caiga última, cuando el ridículo o la gloria respecto de nuestra autoestima serán inevitables. Deberíamos reírnos más seguido de nuestra propia zoncera. Creernos nuestro personaje forero puede sernos fatal.

Cuando finalmente me decidí a participar en un foro (cinco años después de empezar a usar la red) suponía que la cuestión pasaba en tales sitios por tomar parte en una reunión de energúmenos destinada a discutir el punto de vista que alguien había expuesto acerca de un asunto determinado. Luego aprendí que puede ampliarse un tema traído por otro aportando otros puntos de vista sin necesidad de llamar la atención y sin refutar la exposición de nadie. Inclusive aprendí a no contestar algunos mensajes cuyo contenido me interesa, pues a veces continuar un post ajeno que ha salido 'redondo' implica necesariamente empezar a arruinar el texto que el otro pobre tipo tan esforzadamente -o afortunadamente- elaboró.

¿Qué carajo hacemos en los foros? Solamente acto de presencia, y en ciertos casos ejercitar la escritura, ir buscando nuestra voz para expresarnos de manera precisa sin importarnos quién está escondido tras las otras máscaras. El foro es un ámbito en que se crea un texto entre todos a partir de lo que aporta cada uno, un texto que muchas veces no parece tener sentido, y acaso realmente no lo tenga. Si bien creemos no necesitar de los demás (juzgados por algunos de nosotros alternativamente como indeseables, psicóticos, neuróticos, adictos, autoritarios, inocentones, y un largo etcétera) para componer nuestro texto, los necesitamos para que nos lean y nos repliquen. El intertexto que se crea entre todos es lo que importa, y es el objeto del foro.

Hace unos tres años alguien, llamémosle M., magnífica forista de una hoy bastante estropeada comunidad cibernáutica, me envió un correo electrónico que decía -entre otras cosas- lo siguiente:

"...Cuando me metí en los foros, mi intención era la de crear algo entre varios. Me parecía que los foros, más que escaparates donde regurguitar los pensamientos propios o las interpretaciones de los pensamientos de otros de forma cerrada (es decir, estableciendo el principio y el final de la discusión, y no se hable más), podrían convertirse en algo donde la gente fuera creando al mismo tiempo que se hablaba y se conversaba con otros. La idea de partida entonces no era la sentencia inamovible, sino por el contrario, el germen sobre el que empezar a discutir y sobre el que cambiar impresiones y posturas. En lugar de puntos aislados, sería entonces como una línea continua en la que unos eslabones o mensajes tenían algo que ver con lo anterior pero también aportaban algo nuevo sobre lo que construir el siguiente eslabón. Algo como una novela compartida donde cada nuevo participante añade algo a la historia sin tener que destrozar lo anterior.
Bien, supongo que a estas alturas ya te estarás enjugando los lagrimones de risa ante tanta ingenuidad. Pero aún a día de hoy me sigue atrayendo la idea de algún sitio donde en lugar de fotografías inmóviles se pudiera hacer algo en movimiento, algo de cine.
Claro, para esto es necesario también ser benevolente y permitir que el otro cambie de ideas o modifique su punto de partida a mitad de una conversación si así considera que puede continuar el diálogo. También hay que ser humilde y dar a conocer tus fuentes, para que así otros tengan acceso a estas fuentes y puedan aportarte nuevas interpretaciones de éstas distintas a las que uno adopta. Se enriquece de esta manera la percepción sobre lo que se pensaba era algo seguro e irrefutable.
Me temo que el único campo que nos va a permitir este tipo de rio de palabras e ideas es el arte... la política, la economía, la ciencia, la Filosofía -con mayúsculas-, está llena de monosabios omniscientes que no permiten cuestionamiento alguno..."


El mail de M. seguía discurriendo acerca de otros asuntos de hondo contenido humano. Pero me demostró que había vida humana al otro lado del ciberespacio; refleja con exactitud la que desde entonces es mi opinión, según la cual el foro constituye una forma de exploración de posibilidades de ser de cada uno de nosotros, como individuo y como miembro de una sociedad. Como corolario de esa situación, cuando tras una de estas máscaras que conocemos como 'nicks' hay una persona rica en medios de expresión, naturalmente trata de entregarnos un contenido a completar y compartir. Y si no lo hace, ni siquiera debe afectarnos, porque será que no está en sintonía con nuestra capacidad o deseo o necesidad de expresión en ese momento. Sólo los egomaníacos y los autoritarios llevan como principio de acción su ego y su autoestima (y evaluaciones caprichosas del ego y la autoestima ajenas) a la consideración general en un foro.

En un foro hay quienes acuden a divertirse e intercambiar informaciones e ideas, sin descartar la posibilidad de relacionarse normalmente con las demás personas que se disfrazan de nicks. Me cuento entre ellos. Otros, de los que he aprendido a tomar prudente distancia, no gustan de hacerlo, porque del mismo modo que no lo hacen en los foros tampoco les interesará hacerlo en ninguna otra parte: no usan los foros para relacionarse o comunicar, sino apenas para escribir y leer de manera autoflagelante o autocomplaciente, son una especie de autistas. Como niños caprichosos, se sienten la medida de todas las cosas, y pasan por el 'board' de un foro entablando disputas por el poder o el prestigio (¿?), competencias que sólo importan a aquellos que invariablemente se la pasan calificando de 'enfermo' o falto de nivel intelectual el uso de los foros por los demás, o 'mostrando' reiteradamente que deberíamos tenerles pena porque están desesperanzados, a la vez que nos dicen que no tenemos nivel intelectual para entenderlos. Ojo: acaso tengan razón, y ellos sean efectivamente la medida de todas las cosas. Pero no creo, de todos modos, que la sabiduría de nadie esté en juego en estos ciberpagos ni que se la pueda medir por su participación en un foro. Extraño sabio resultará, en todo caso, quien compite y no comparte, quien no consolida su autoestima respetando el ego de los demás.

Llámenme cínico, llámenme boludo si así lo prefieren, pero mucho me temo que si los usuarios de Internet nos creemos que verdaderamente somos el nick, la máscara que nos hemos puesto para participar de una comunidad, y así, travestidos en un personaje, brillar o dar pena, nos olvidamos que aquí somos solamente código ASCII, un sueño, algunas vanas palabras compartidas por todos, quienes escribimos y quienes nos leen. ¿Saben? Me niego a tomarme demasiado en serio a mis calzoncillos o a mi remera. O a mis nicks. Ni siquiera sé si me tomaré en serio esta bitácora.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si seremos un sueño, lo que sí puedo contarte es que tu «experimento» me gusta. «Ni siquiera sé si me tomaré en serio esta bitácora», decís por ahí. Bueno, espero te la tomes realmente en serio porque acabo de añadirte a favoritos.
Salu2

p.d., aunque no sea el lugar: Pepe le pou era un capo

Alfredo dijo...

Un capo es usted, caballero.
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Je! Reirse de uno mismo y no tomarse en serio. Este consejo lo debí leer hace como cosa de quince meses, me hubiera ahorrado muchas conversaciones inútiles y un montón de estupideces (mías por supuesto).

Alfredo dijo...

Bueno, yo nunca he dejado de asombrarme de que algunos me tomen en serio. Lo malo es cuando deciden agredirte, imaginando tus atributos psíquicos y morales (proyectando los suyos, en realidad), y entonces uno corre cierto riesgo de tomarse a sì mismo tan en serio como lo hace el chiflado del interlocutor... La experiencia se hace desagradable. Por eso cambié los foros por el blog.
:-)))