domingo, octubre 16, 2005

Mares nuestros

«...
-Disculpe, Señor –dijo el señor Spoker-. ¿Pero, qué diferencia hay entre afeitarse en un barco que se hunde y fumar en la santabárbara?
-O hacer algo en cualquier circunstancia –dijo el capitán-. Estoy convencido; convídeme con un cigarro.
Dos minutos después el barco estallaba con una gloriosa detonación.»
Robert Louis Stevenson: “El barco que se hunde”, traducción de Jorge Luis Borges y Roberto Alifano)



Borges, prologando a Stevenson, dejó dicho que cabe pensar de éste, como de Esopo, que menos le importaba lo útil que lo donoso, la moraleja menos que la fábula. Quizás uno deja de borrar manuscritos, eliminar correos electrónicos, blogs o posts, o evita quemar esas cartas porque las botellas al mar son las que han hecho la literatura. Y la Historia. La casualidad, la imposibilidad de determinar exactamente cuándo y cómo pasará lo que sabemos puede razonablemente pasar, por mucho que algunas mentes pseudocientíficas se esfuercen en lo contrario, hace libres a los seres humanos. Cada vez que nos 'cambian la cancha' en realidad nos están otorgando una posibilidad más de 'marcarla' y jugar el partido por ese sector del terreno que sabemos por razonamiento, experiencia e intuición es el que mejor nos conviene.

De cada cambio ocurrido en el terreno de juego quedan inevitables requechos sobrantes de las batallas de la guerra del trabajo, el conocimiento, la amistad y el amor: libros dedicados, fotografías (cuando no ocurre – y pueden reírse - que se nos han llevado hasta los negativos a otro país ;-)), algunas cartas, el recuerdo de aromas, luces y voces, comidas, bebidas, y la desconcertante certeza de que nunca terminamos de saber dónde empieza el conocimiento objetivo de los demás y dónde termina la recreación que hacemos de nuestros seres queridos para sentirlos mejores y más nuestros.

Él la veía en cada nube, cortando camino a campo traviesa hacia la costa levantina, notando el Peñón de Ifach e Ibiza insinuándose a lo lejos en un día límpido, desde las alturas o la playa, tomada de su mano en silencio. En silencio, salvo el arrullo de ese mar de menor cuantía, ese caldo europeo (“bullirà el mar com la cassolla en forn", según Ausías en su "Veles i vents") que no llega a las furias atlánticas.

En el otoño todo se percibe en un tiempo más lento y llama al mejor pasado. Él siempre había soñado con encender un fuego al atardecer en una cabaña, ver subir las chispitas por la chimenea, sobre una alfombra, abrazado a una mujer mientras un perro de esos con cara de tonto hacía una siesta por ahí cerquita, acaso hasta con algún gato gordo remoloneando también en las proximidades. “A fuego lento”, que es un tango instrumental muy famoso, sería una buena banda de sonido. Pero quizás a la escena y los personajes le irían mejor otras cosas: baladas suaves de la Lejana infancia o adolescencia, sonidos de thin whistles o gaitas, “When Poets Dreamed on Angels”, o campanas tubulares, mientras la conversación iba dejando lugar al amor físico bajo la romántica luz de la Luna...

En otoño –suponía él- seguro que el Mediterráneo todo se volvía melancólico. Sus experiencias costeras habían sido de Océano, del tormentoso Atlántico Sur, el de las playas elegantes, las playas silvestres y abandonadas, la anaranjada flota pesquera marplatense, las bahías, los golfos, las ballenas, las focas, los delfines, las orcas, las marsopas, los lobos marinos, la leyenda de Magallanes y Elcano y el fantasma del Holandés Errante. Un anochecer, nuestro amigo pudo confirmar en vivo y en directo que las ciudades bulliciosas del verano del antiguo mar romano, y antes cartaginés, y aun antes que eso griego, se acallan y se vuelven nostálgicas. Pero que ese mare nostrum no es nuestro majestuoso mar furioso, el Océano que crece de la orilla a las dunas en segundos cubriéndolo todo a su paso, el Atlántico bravío que se tragaba el oro de los galeones de la Flota de Tierra Firme y los navíos de registro. El mar de Salgari, de Bouchard, a veces también de Conrad.

Y "Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad" es el título de un poema de Borges, escrito en su juventud, entre 1918 y 1920, cuando vivió en las Baleares. Aquí está:

En las trémulas tierras que exhalan el verano
el día es invisible de puro blanco. El día
es una estría cruel en celosía
un fulgor en las costas y una fiebre en el llano.
Pero la antigua noche es honda como un jarro
de agua cóncava. El agua se abre a infinitas huellas
y en ociosas canoas, de cara a las estrellas,
el hombre mide el vago tiempo con el cigarro.
El humo desdibuja gris las constelaciones
remotas. Lo inmediato pierde prehistoria y nombre.
El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
El río, el primer río. El hombre, el primer hombre.

Velas y vientos cumplirán mis deseos. Quizás...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Varias referencias musicales, un abanico variado.Salgán,Japan,Raimon, Oldfield, algo de leña al fuego, dos mares. Y esa cita de Stevenson. En serio nos dará igual fumar en la santabárbara que afeitarse en un buque que naufraga?

olvidaba decir que en general el blog está bien, y que esta otra también le iría bien a esa reunión junto al fuego

The last that ever she saw
him
Carried away by a moonlight shadow

Salud

Alfredo dijo...

Bueno, vayamos por partes, don Usuario Anónimo:
1º) Lo de las "campanas tubulares" no aludía sino al instrumento musical, no necesariamente eran las del disco de Oldfield. Pero, cosa curiosa, "Moonlight Shadow" sí lo he tenido en mente para esas ocasiones. Y Japan no era Japan, creo que "When Poets..." era David Sylvian o Sylvain (siempre le cambio el apellido al pobre tipo) como solista. Supe de la existencia de ese fulano recién a mis treinta largos, porque aquí se le daba bola a Police y esas cosas, pero nadie mencionaba la existencia de Japan. Igual, nuestro gusto musical no corre por las mismas veredas que el de los europeos. En eso tampoco las aguas se parecen del todo. A veces, es una suerte, y otras, no.
2º) Leña al fuego hay que echar siempre. Un mundo donde todos acepten como indiscutible una ortodoxia en materia de gustos o pensamiento es un mundo a punto de extinguirse por asfixia. Como este, a veces.
3º)Le agradezco el elogio, no sin antes añadir que los marinos de Stevenson los tenían bien puestos y acaso estaban representando un digno papel. Los británicos serán unos piratas asquerosos, pero me reconocerá que para los gestos finales son eficientes. "Hay que dejar testimonios claros para que los demás se queden con la impresión de que morimos con los calzoncillos limpios", me decía dos años atrás un simpático sinvergüenza britón mientras le leían la traducción de un contrato que firmaba pero obviamente no pensaba cumplir ;-). Era para matarlo, pero me tuve que reír, porque es verdad.
Yo en la santabárbara no fumaría ni aunque el barco se estuviera hundiendo, que por ahí al final no se hundía nada porque el contramaestre había tapado la vía de agua de la quilla con chicle o Poxipol, y después a uno le hacen juicio y le vienen a decir que la culpa del naufragio fue toda suya.
4º)¿Es usted melóman@ o DJ, o músic@, o algo así?
5º) Salud y campanas tubulares, o tos, cigarrillo y explosiones, lo que usted prefiera.

Anónimo dijo...

Soy el usuario anónimo, el mismo del otro dia. Es Sylvian solista,sí, Secrets of the behive de 1987, y es cierto que acá a Japan no se lo oía

aunque a veces toso cuando fumo mucho, no encenderia un cigarro en la santabárbara, por eso el comentario, ya se sabe que todo se arregla con poxipol

mejor no te digo de que laburo, que estoy conectado paseando la red y deberia estar en otra cosa


salud