martes, marzo 15, 2005

Alucinaciones culturales, # 4: Despotismo Ilustrado

Tengo cierta inclinación a conservar textos propios y de quienes han querido compartir los suyos conmigo, supongo que con el único propósito de no olvidar nunca quién soy. Alguien que sigue sin aparecer ni aparecerá por este archivo de inutilidades (recuerden la apuesta de anoche: puedo perder mi fortuna personal valuada en millones de euros bolivianos) me dijo hace unos años que "cuando la desilusión y el desconcierto consiguen apoderarse de nosotros puede ocurrir lo mismo que nos encontremos sumidos en la apatía como que digamos algo sin saber por qué ni si fue porque lo necesitamos o porque finalmente el pánico nos hace decir o escribir a ver quién somos y demostrar así que las cosas sirven para algo, que uno existe aunque sea en unas líneas de historia copiadas de acá y de allá y puestas en ristra como salchichas".

Hay personas cuyas conductas me desconciertan, porque no todos los días saben quiénes son y a veces actúan como personajes de ficción desorientados, de esos a los que les cuesta ver realmente las cosas y comprender hasta las más elementales obviedades. Y sin embargo nunca me decido a dejar de profesar cariño por tan ilustres y serpenteantes seres que han dado en integrar mi selecto círculo de relaciones, al punto que a veces me parece ser parte del pintoresco grupo de amigos del misterioso H. P. Lovecraft; algún día volveré sobre el particular.

Lo cierto es que aquella reflexión - o confesión - ajena, hecha ante mi pregunta: "Pero, entonces, ¿quién sos?", fue seguida del pedido "no te rindas conmigo, que aunque no te hipnoticen o te agraden hoy mis palabras, pienses que quizás mañana ya haya dado con esa persona por la que preguntabas ayer y quizás haya valido la pena esperar." Los giles somos así: siempre esperamos. Esperen, algunas veces, ustedes también. Aquella persona es, a su manera, sabia. Todos lo somos cuando durante un instante tomamos conciencia de estar en el lugar que puede ocupar cualquiera de nuestros semejantes.

"...Blues a healer, all over the world..."

Antes de ir a los bifes, y tras esta melancólica introducción, uno de los prometidos "puntos y aparte" con enlaces de interés.

1) El maestro Big Bill Broonzy. Todo dicho.

2) Otro maestro de la guitarra (pero de doce cuerdas), Mr. Huddy Ledbetter, a.k.a. Leadbelly, lo mismo componía unas hermosas canciones de amor o nostalgia que se metía en serios problemas con la ley. Un "pesado" del blues.

3) Una de tantas páginas con letras de blues.

Prontito, más enlaces quitapenas. No desesperen. Y ahora sí, damas y caballeros y por qué no lactantes, con ustedes la terrorífica selección literaria de esta noche ;-).


-Septiembre de 1997

DESPOTISMO ILUSTRADO

Fragmentos del extraño texto inconcluso que un frustrado aspirante a agente municipal compusiera hacia fines de los noventas, y por esos azares del destino se ha conservado en nuestro archivo.

"Muchos, muchísimos años antes de que se patentara la acción política directa forjada en el deplorable cuño del "báñese con Jabón Adolfito", vale decir, allá durante el luminoso siglo XVIII, un funcionario público de alto rango, de servicio en la ciudad de Berlín, capital del Reino de Prusia, recibió una carta de su amigo el escritor francés François-Marie Arouet, llamado Voltaire. El literato galo le imponía de la sabia receta que su peluquero Mr. Jean-Paul Nasitort, en amable charla ocurrida durante el ejercicio de sus funciones profesionales (las de Nasitort) le había deslizado al oído:

(imagínese el lector la voz de Nasitort, a medio camino entre nuestro querido amigo Pepe Le Pou y el intrépido Jacques Cousteau)

-Monsieur Voltaire: paga contgaguestag los ggavísimos desagueglos que convulsionan al mundo modegno, en mi modestísima opinión, clago está, lo que cualquiega de nuestgos estados eugopeos necesitaguía es proveegse paga su gobiegno de un buen déspota ilustgado...

¡Cuídate, oh lector, de la palabra esclarecida del 'coiffeur' del sabio y de los necios oídos de su cliente el intelectual de peluca empolvada y profesión desconocida! Pues héte aquí que, una vez al corriente de tan autorizado consejo, el capitoste germano de marras decidió al instante poner concienzudamente manos a la obra, vista la momentánea vacancia del trono real de Prusia. Así fue como, previos los trámites de estilo, el matutino berlinés de mayor circulación, "Das Horn blasen Zeitung", publicó en su Sección Clasificados, rubro 12, Oficios Varios, el siguiente aviso:

"DÉSPOTA AUXILIAR de 25 a 45 años se necesita p/poner coto desorden en el Reino. Sexo masc. Est. univ. y/o terciarios compl. Pres c. CV y retrato al óleo de cuerpo entero, tres cuartos de perfil, lunes y martes de 7 a 15. Unter den Linten, derecha, al fondo."

Helmut Obermayer creyó oportuno postularse: tenía aspecto de haber cumplido ya más de veinticinco, pero ni su propia esposa le daría más de cuarenta. No tenía nada mejor que hacer, y hasta era de sexo masculino. Poseía cierta erudición, fruto del abandono tardío de tres diferentes carreras universitarias. Y tenía un camafeo al óleo hecho por un retratista ambulante checo que lo captara a orillas del Spree con su pincel tres o cuatro años atrás, con peluca blanca y uniforme de gala. Como los daguerrotipos y el colodión húmedo no habían sido todavía inventados, aún no resultaba pertinente pasar por lo de Franz para que le hiciera unas tomas y las revelara en tamaño de foto carnet, de manera que con el resultado de esa economía podía contar con el dinero necesario para ir y tomarse un carruaje de alquiler hasta la Oficina de Selección. Para regresar, mendigaría, aun cuando ello pueda parecer poco principesco, que no lo es: la principal actividad de los príncipes ha sido, es y será imponer exacciones a sus súbditos, Dios sabrá por qué.

* * *

La entrevista de nuestro postulante con el selector, Freiherr Von Urwuchsigkeiter, fue francamente decepcionante. Al menos, el oficial público fue claro en cuanto a las finalidades y fundamentos de la convocatoria a cubrir la posición vacante.

-Mirá, hermano: acá lo que andamos buscando es un buen déspota ilustrado auxiliar, porque así nos lo recomendó el peluquero de Voltaire. Tenemos que poner orden en Prusia urgentemente. ¿Qué irá a pensar, si no, el resto del mundo civilizado de todos nosotros? Por eso...."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me gustaría ser un tirano... ¡platónicamente hablando claro! :D

(Y segundo post que desvirgo -sic-)

Saludo

Alfredo dijo...

Fue la única vez que intenté hacerme de un cargo público: cuenta la leyenda (que no puedo comprobar pero en la que sin embargo creo a pie juntillas, del mismo modo que creo en la Ley de Gravedad y en la Cariocinesis :-) ) que tenebrosos Sicarios del Mal, encarnado en miembros de algún sindicato que si los postulantes, casi todos universitarios, aprobábamos las oposiciones, se quedarían sin plaza pese a su antigüedad, arrojaron oportunamente nuestros exámenes a la basura y se hicieron confirmar en los cargos que deshonraban con su ineptitud.
¡Ya verán esos esbirros cuando sea Déspota Ilustrado!